lunes, 21 de noviembre de 2011

Las bicicletas son para el verano


Tengo a bien presentar en sociedad mi nuevo vehículo. En realidad, ya la tengo desde hace semanas, fruto de una cesión sin ánimo de lucro de un buen sevillano que me encontré durante mi periodo de Erasmus y que el, al finalizar sus prácticas, ya ha dejado este frío país. El tema es que ahora, en invierno, poco podré utilizarla. El carril bici está ahora para los más valientes, el hielo ha cubierto toda la comarca y sería muy arriesgado por mi parte jugarme una caída.

Pero hablando de bicis y caídas, durante la época de austeridad de Chamizo Pop, me había ocurrido una historia que se había quedado en el tintero.

Eran los primeros días en Finlandia. Había llegado a un nuevo país, nuevo idioma, nuevo apartamento, nuevos compañeros... nuevo sofá. Porque sí, tengo sofá propio en mi habitación, uno de estos individuales, comodísimo para disfrutar de un buen partido de fútbol o una interesante película.

Recuerdo que era sábado al medio dia y estaba disfrutando de un Newcastle-Arsenal, culo en sofá, cerveza en mano.... ¿que más se puede pedir?.

Por aquel entonces, el clima era bondadoso con nosotros: una placida temperatura de 23 grados que se alargaba durante las casi 21 horas de sol que teníamos cada día. Con la ventana abierta, disfrutaba de ella y de la naturaleza que se ve desde ella: un jardín donde pueden jugar los niños, un pequeño caminito para bicicletas y, al otro lado de este, se erigían 3 grandes arboles floreados. Sublime situación.

¡GRITOS! Algo enturbia mi calma. No eran del bueno de Arsène desgañitandose en la banda del St James' Park viendo como su equipo no pasaba del empate a nada. ¡NO! Un pobre ciclista había naufragado en el carril bici y clamaba al cielo con gritos desgarradores. ¡CRISIS! Me levanté como un resorte de mi comodo sofá, sabía como actuar. Tras todos estos meses de crisis, un buen español sabe perfectamente como solventar estas situaciones: pedir ayuda a Alemania. Corrí a avisar a Felix y juntos salimos del apartamento para socorrer al maltrecho amante de la bicicleta.

Por suerte, no fue nada, cuando llegamos se estaba reponiendo de la caída. Un fuerte golpe en el codo pero poco más. Nos contó que venía de hacer 2 horas de bicicleta por la montaña y que, como ya estaba llegando a casa, quiso celebrarlo con un caballito. De estas locuras que hace uno sin pensar, como cuando yo decidí que era buena idea pillar Auditoría Informática y luego llevé una ostia como un piano. Así es la vida.

Y con esta reflexión, creo que es momento de dar por terminado este capítulo del Buen Vareliano, para que luego andéis diciendo por ahí que no sacais nada en claro de este blog...

2 comentarios:

  1. Mólame como colas ahí a túa pequena puya a auditoría como si viñese a conto de algo.

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  2. No descansaré hasta que se haga justicia!! (¿?¿?¿?¿)

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